Echamos la carne picada en un tupper o en un bol o donde te dé la gana, pero que se pueda remover.
Encima de ella añadimos el huevo, la leche, el quesito, un poco de sal, el perejil y una o dos cucharadas de pan rallado.
Removemos hasta que todo se integre y reine la armonía en nuestro mejungue cárnico.
Procedemos a hacer las bolitas del tamaño que consideremos oportuno y las pasamos por pan rallado.
Calentamos el aceite en una sartén amplia y freímos las almóndigas (así lo decía mi abuela) hasta que estén tostaditas por todos los lados. Luego las sacamos a un plato cubierto con papel de cocina.
Paso 2:
¡Las ahogamos en salsa!
Cortamos finamente la cebolla, el pimiento y el ajo en trocitos minúsculos y los ponemos a pochar en la misma sartén con el mismo aceite de las albóndigas.
Se tuestan las rebanas de pan de molde y se cortan en cuadraditos que se añaden a la sartén cuando la verdura esté pochada.
Se pelan y se pican los dos tomates y se echan en la sartén (¿dónde si no?).
Lo dejamos cocinarse unos 5 minutos a fuego medio - bajo y añadimos la sal al gusto y el azúcar.
Pasados 10 minutos batimos la salsa con dos cucharadas de tomate frito, volvemos a poner las albóndigas en la sartén calentita y regamos con la salsa (con toda, que a la gente le gusta mojar pan).