Lavamos bien las berenjenas y, sin pelarlas, las untamos con aceite y las colocamos en una bandeja de horno. Las asamos a 180º entre 20 y 40 minutos, dependiendo del tamaño de las berenjenas, hasta que la piel esté tostada.
Las sacamos del horno y, cuando se enfríen, les quitamos la piel y nos quedamos solo con la pulpa. La ponemos en el vaso de la batidora junto con el queso, el zumo de limón, las almendras y una pizca de pimienta y sal. Lo trituramos todo y lo dejamos enfriar en la nevera.