Paso 1:
Pelar las castañas:
Haz un corte circular, entallando las dos pieles de cada castaña en su parte superior sin cortar la fruta. Pon a hervir agua con sal en una cazuela grande. Incorpora las castañas durante 5 minutos en el agua hirviendo. Saca y escurre las castañas. Pela las castañas. Aclara con agua fría.
Cocer las castañas:
Coloca las castañas en una olla y cúbrelas con agua fría. Calienta el agua hasta punto de ebullición pero sin que llegue a hervir. Deja cocer las castañas durante 30 minutos. Vigila bien la cocción, las castañas tienen que estar cocidas en su punto para que no se rompan en trozos o se haga un puré.
Preparar el sirope:
En una olla grande, pon 1,5 l de agua, el azúcar y la vaina de vainilla abierta. Pon a calentar y deja hervir durante 5 minutos.
Confitar las castañas:
Coloca las castañas cocidas en una cesta y sumérgelas en el sirope bien caliente. Deja cocer a fuego muy lento durante 10 minutos.
Retira del fuego y déjalas enfriar dentro del sirope durante un día (24 horas).
Pasadas 24 horas, saca la cesta con las castañas del sirope. Pon a hervir de nuevo el sirope 4-5 minutos y vuelve a poner las castañas dentro. Prolonga la cocción a punto de ebullición durante 3 minutos. Apaga y deja reposar 24 horas. Repite la misma operación 2 días más. Las castañas están confitadas.
Glasear las castañas:
Espesa el resto del sirope hirviéndolo hasta obtener una pasta casi sólida. Incorpora de nuevo las castañas en el sirope, retíralas con precaución y déjalas secar en un tamiz. Las castañas están glaseadas o "glacés".