Paso 1:
Escurrimos bien los tomates del aceite y los troceamos ligeramente. El aceite en que vienen se puede usar para el plato, al menos la mitad de la cantidad dada, pues le aportará sabor.
Quitamos el hueso a las aceitunas y también las picamos un poco, igualmente el ajo lo pelamos, quitamos el germen, y cortamos en trozos.
Paso 2:
En el vaso de una picadora o procesador de alimentos incorporamos todos los ingredientes salvo el queso, el aceite y el agua. Una vez todo bien picado añadimos el agua y casi todo el aceite (dejamos un par de cucharadas). Una vez emulsionado quedará una pasta bastante espesa, que sacamos a un bol, donde incorporamos el queso revolviendo con una cuchara.
Paso 3:
Esta salsa no suele necesitar de añadir sal, pues entre la que lleva el tomate, las aceitunas y el queso queda bien en su punto. Aunque mejor la pruebas y decides.
Si no vamos a usar la salsa de inmediato, la ponemos en un bote, cubrimos con el resto de aceite, y cerramos. Así la podemos guardar en la nevera hasta 2 semanas sin problemas.
Dependiendo el uso que vayamos a dar a nuestro pesto rojo lo usaremos tal cual: por ejemplo para acompañar carne, o incluso untar en tostas. Pero si es para un plato de pasta lo podemos diluir con unas cucharadas del agua de cocerla.