Paso 1:
Precalentamos los motores. El horno a 180º.
Forramos una bandeja con papel de horno.
Separamos las claras y las montamos con 25 g de azúcar y un par de gotas de limón, luego las dejamos en la nevera.
Las yemas las batimos con el resto del azúcar y la esencia de vainilla hasta que blanqueen.
La harina la tamizamos con una pizquilla de sal y añadimos las yemas. Mezclamos el conjunto hasta que esté integrado. Le tamizamos el cacao mientras removemos.
Delicadamente, y como si nuestra vida dependiese del resultado, le añadimos las claras montadas, con movimientos envolventes, de arriba abajo.
Vertemos en la bandeja y horneamos 12 minutos.
Estando el bollo aún caliente lo volcamos sobre un paño ligeramente humedecido Y LIMPIO. Con cuidado retiramos el papel. Lo vamos enrollando ayudándonos con el paño y lo dejamos enfriar sobre una rejilla.
Mientras reposa montamos la nata con el azúcar glas y las 2
cucharadas de queso.
Sobre otro papel de horno extendemos el bollo, le ponemos una capa de mermelada y una de nata y lo vamos enrollando suavemente mientras ejercemos un ligera pero firme presión. Al frigo.
Ponemos la nata a calentar y cuando empiece a hervir la retiramos del fuego. La añadiremos a un bol donde tendremos el chocolate troceado y poco a poco lo iremos deshaciendo. Después, le echamos una cucharada de mantequilla a temperatura ambiente y removemos tranquilamente hasta que se integre bien.
Cogemos nuestro tigre (que aún no es trigretón) y lo ponemos sobre una rejilla que, a suvez, estará sobre un papel vegetal, que a su vez estará sobre una mesa, que a su vez… etc.
Volcamos poco a poco el chocolate por encima del bollo y si vemos que algo se queda sin cubrir recogemos chocolate (del que está en el papel) con una cuchara y se lo vamos echando de nuevo. Ahí lo mantenemos hasta que el chocolate se endurezca.
Lo dejaremos en la nevera hasta el día siguiente.