Paso 1:
Salsa de caramelo:
Ponemos a fuego medio en un cazo el azúcar sin dejar de removerlo, cuando se vuelva de color dorado le añadimos la nata, la mantequilla y la sal.
Bajamos el fuego al mínimo y no dejaremos de remover hasta disolver todos los ingredientes.
Lo dejamos enfriar en un frasco a temperatura ambiente, sin tapar.
Mousse:
Hidratamos las hojas de gelatina con agua muy fría.
Ponemos la crema de queso en un cuenco y batimos para ablandar.
Montamos la nata con la mitad del azúcar hasta que esté firme y reservamos.
Montamos las claras con la otra mitad de azúcar hasta que estén a punto de nieve.
Calentamos 90 ml de agua en un vaso y disolvemos la gelatina que teníamos en remojo.
En un bol amplio juntamos la gelatina disuelta con la crema de queso. Mezclamos y añadimos la nata montada poco a poco.
Repetimos la operación con las claras e incorporamos con movimientos suaves y envolventes.
Rellenamos unos moldes con la crema de mousse e introducimos en el frigorífico de 2-4 horas.
Justo antes de servir cubrimos con la salsa de caramelo salado.