Paso 1:
En un bol batir con un tenedor el huevo, con un pellizco de orégano, la sal, la pimienta, la cerveza, la levadura y la harina que admita. Nos debe quedar una masa para rebozar cremosa, ni muy líquida ni muy espesa.
Paso 2:
Poner un cazo al fuego con agua y cuando empiece a hervir, echar los tomates a los que habremos practicado una cruz en su piel con un cuchillo para que luego se pelen fácilmente. Sumergirlos unos segundos y retirarlos. Pasarlos por agua fría y con paciencia, pelar cada uno de ellos (al haberlos escaldado con agua caliente, la piel saldrá muy fácilmente).
Paso 3:
Una vez pelados, rebozarlos con el preparado anterior y freírlos en una sartén con abundante aceite caliente. Retirarlos y colocarlos en un plato con papel de cocina absorbente para retirarles el exceso de aceite.
Servirlos en seguida para que la masa permanezca crujiente.