Paso 1:
En una jarra, echa los ajos partidos, la clara de huevo, la sal y el pan duro. Vamos a triturar esto con la batidora con el fin de conseguir una masa casi homogénea.
Paso 2:
Una vez tenemos la base, vamos a ir echando aceite poco a poco. No se trata de echar un hilo constante de aceite. Añade un poco de aceite, bate lentamente hasta que se incorpore a la mezcla y a continuación vuelve a echar más aceite, repitiendo la operación.
Hay que tener cuidado porque esta mezcla se corta con facilidad. El truco está en no sacar la batidora del fondo cuando incorporas el aceite. Haz movimientos lentos por el fondo hasta que el aceite se incorpora. Una vez mezclado puedes batir de manera más enérgica. Si por un casual se cortara puedes intentar "repararla" echando algo más de pan y batiendo con paciencia.
Paso 3:
Una vez hemos incorporado el aceite tendremos una masa picante con textura similar a la mantequilla. Recuerdo que mi padre nos preparaba siempre una rebanada de pan con esta mantequilla picante :).
Debemos ahora incorporar la lata de tomate triturado y batir hasta que la mezcla vuelva a ser homogénea. Quedará más líquida, similar a una sopa de tomate espesa, pero no lo suficiente como para echarse un trago de ella.
Paso 4:
Vierte la mezcla en un recipiente lo suficientemente grande. Para que te hagas una idea, mi padre preparaba el gazpacho en un recipiente en el que se podía bañar a tres dogos argentinos al mismo tiempo. Calculo que mi padre echaba unos cuatro litros de agua. Date cuenta que llenaba cinco perolos y sobraba para beber gazpacho durante toda la semana.
Paso 5:
Con el agua añadida es hora de ajustar el vinagre y la sal. Esto como siempre, a gusto del consumidor.
Una vez aliñado correctamente sírvelo frío en un vaso o llena un perolo de pan duro, tomate natural, pepino y lechuga, llénalo de gazpacho y comételo con un trozo de tortilla de patatas. No hay nada mejor para un domingo de verano :)
¡Buen provecho!